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Ayer analizaba con mi anterior jefe si no será que nos hemos acostumbrado a trabajar bajo condiciones extremas todo el tiempo, a los cambios por minuto, a que las reglas cambien. Quizás como los drogadictos, nosotros somos adictos a un trabajo extraño. En mi departamento en menos de 2 meses corrieron a 2 gerentes, entro un coordinador y ahora se dividió en dos esa coordinación. Con esto hemos experimentado cambios por día más de los habituales, yo llevo en el puesto 6 meses y me han cambiado 3 veces las personas a mi cargo, así es que me siento algo desorientada. Si le agrego a esto que hoy se presento conmigo el que será mi nuevo jefe (por cierto con una camisa chafa imitación Lacoste color limón de marca Tepito, con cocodrilo a medio pintar y mal impreso) ya con eso creo que el panorama no pintaba muy bien, yo no sabía si la camisa ya era parte de la represión o tratar de escuchar sus reglas al estilo edad media, en donde nadie respirara sin su consentimiento, eso si me dijo q me sintiera en libertad de decirle lo q pensaba. Podría ser que quería asesoría de cómo vestirse adecuadamente sin verse naco. Yo con mi honestidad a flor de piel, dije no estar de acuerdo con sus proyectos, que no creía en ese tipo de procedimientos, pero q podriamos experimentar y si no daba resultado era mejor probar otro tipo de cosas.Fue de esas juntas en donde en fracción de segundos uno se da idea que esto no será un camino fácil, que la sentencia esta dictada y que uno tiene tiempo de huir antes de complicarse más la vida. Lo único que me consuela es que tengo dos días para no pensar en nada, que tenga que ver con el big brother en donde trabajo y pensar en nominarlo, declarar guerra o nominarme a mi misma y buscar otro trabajo.